domingo, 2 de octubre de 2016

"Un cuy entre alemanes" de Wálter Lingán

Wálter Lingán, médico y escritor peruano, reside en Alemania desde hace más de treinta años. Tal parece que a buena hora le llegó una beca para estudiar en el viejo continente, pues en Lima se había involucrado a fondo con la izquierda peruana —creció en Collique, Comas, y tuvo un rol muy activo como joven intelectual— y el terrorismo comenzaba a brotar con fuerza en el país. Así, partió a Alemania, donde, además de estudiar medicina, comenzó su carrera de escritor y a la fecha ha publicado alrededor de quince títulos. Un cuy entre alemanes es su última novela, la que he podido leer gracias a mi abuelo Genaro Ledesma, quien aparece mencionado en las primeras páginas. Cuando paseaba en la feria del libro Lingán tuvo el gesto de saludarlo y obsequiarle su novela.
Quizá, con lo último mencionado, pueda pensarse que leí el libro bajo cierto nervio sentimental. En realidad sí, pero que me haya parecido una buena novela no depende de eso, sino de los propios méritos del texto. Creo poder afirmar, pese a que no presenta aquel sello hasta cierto punto repetitivo, pues Lingán cuenta su historia de una manera distinta al hacerlo a través de la figura del cuy, que la novela se ubica entre las autobiográficas. Desde las primeras páginas somos testigos de la partida del protagonista a tierras alemanas y de su posterior adaptación al medio. El libro se mueve como un sueño, como un viaje de escenas, pues su ritmo de desarrollo es fugaz y en ciento cincuenta páginas, no obstante, ruedan treinta años de una vida nada sosegada, sino todo lo contrario, llena de sobresaltos al adaptarse a Europa, aprender un idioma tan difícil como el alemán y estar pendiente de las nuevas desde Perú. Otro factor que le da aquel carácter peregrino es que la Alemania donde se desenvuelve el cuy no está retratada con una fría objetividad, lo que daría al lector una imagen realista, como una descripción del escenario. No obstante, hay un registro que nos indica que, efectivamente, estamos allí. Esto se debe a las constantes frases y oraciones en alemán que nos vamos encontrando conforme avanzamos con la lectura, además de datos y formas de vida típicas del país europeo. Uno interesante es que el alemán que se aprende en las academias es artificial, creado para que todas las regiones de Alemania hablen un solo idioma, por lo que es posible que alguien que viaje allí, tras haber obtenido su diploma en el Goethe Instituto, por ejemplo, no entienda absolutamente nada al toparse con el alemán hablado en cada región. A ello, hay que sumarle que el joven estudiante peruano de medicina encontró a otros latinos que radicaban en el viejo continente y esos recuerdos están fuertemente vinculados a las lecturas que iba leyendo en cada momento de su vida.
Pero nada haría diferente a Un cuy entre los alemanes si no mencionara la metamorfosis que el personaje principal sufre. Sin que se explique por qué, y paulatinamente, aquel tiene ataques que derivan en transformaciones a un conejillo de indias, diminuto y lleno de pelos. A mi entender, por el carácter retórico de la novela, la transición a cuy es una metáfora, un paso hacia la conversión a escritor. Sintomático es que, a medida que va desarrollando sus habilidades para la “escribidera”, como en la novela se califica al acto de escribir, vayan aumentando esos episodios que lo transforman en cuy. A su vez, esto provoca en el protagonista un voraz apetito sexual que, en casi todos los casos, es correspondido. Desde la distancia, el hombre cuy recuerda los principales acontecimientos que marcaron irremediablemente el destino del país, desde la década de los ochentas hasta el 2014, momento en que fue publicada la novela. Es decir, pese al desarraigo y a la distancia, el país natal estuvo siempre presente.

Así, la eclosión del cuy, su estado definitivo, es una metáfora: la representación del escritor en tierras alemanas que siempre será visto como un ser distinto, por provenir de un país tan alejado y, hasta cierto punto, extraño como el Perú. De ahí que, en Alemania, el elemento más representativo del Perú sea aquel conejillo de indias. Con la lectura de esta novela podemos recordar, o quizá reafirmar, que cada texto tiene un dato escondido: la conclusión o respuesta final que queda en boca de cada lector.

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