Casi se podría decir, sin temor a equivocarse,
que la obra narrativa de José Saramago oscila entre lo fantástico y un realismo
mágico heredado de Franz Kafka. Recordemos que lo último es posible dentro de
un marco real, aunque extraño y poco probable que impregna de un matiz distinto
(mágico) las páginas del relato. Citando al maestro, aquello se da en novelas
como El proceso y El castillo, donde sucesos ubicados en los
márgenes de lo real nos lleva a preguntarnos si de verdad puede ser posible. La
imposibilidad casi absurda de saber qué delito se ha cometido y de llegar al
interior del castillo, respectivamente, desafían lo realista. En lo fantástico,
en cambio, la vulneración de las leyes físicas es evidente y no sería posible
bajo ninguna óptica real. Un ejemplo archiconocido: La metamorfosis.
Así, Ensayo
sobre la ceguera (1995), uno de los libros más leídos de José Saramago, sería
inscribible dentro del realismo mágico, pues podría suceder que una epidemia de
ceguera blanca ataque al mundo entero; de igual forma Todos los nombres (1997), novela que narra la vida de un solitario burócrata
que se enamora de una mujer que no conoce; también podría serlo Ensayo sobre la lucidez (2004), donde
una ciudad entera, en época de elecciones, vota en blanco y expulsa de esta
manera a sus cuestionadas autoridades. Pero tendríamos que calificar de
fantásticas novelas como La balsa de
piedra (1986), donde de pronto la península Ibérica, integrada por España y
Portugal, se desprende de Europa y vaga por el océano buscando un nuevo
destino; El evangelio según Jesucristo
(1991) —otro de sus libros más traducidos y censurado inicialmente en Portugal,
lo que provocó que el Nobel de Literatura se mudara a Lanzarote (España)—: los
vacíos o huecos sobre la historia oficial del mesías son completados por
Saramago de una forma muy original (y fantástica); Las intermitencias de la muerte (2006): de repente en un país desconocido
las personas dejan de morir; y El hombre
duplicado (2002), novela en la quiero profundizar y que ya ha sido llevada
al cine en el 2013 por Denis Villeneuve, protagonizada por Jake Gyllenhaal y
Mélanie Laurent.
Tertuliano Máximo Afonso, profesor de historia
de colegio, atravesaba un cansancio anímico para el que no encontraba
paliativo. Un colega suyo le recomienda una película de bajo presupuesto, Quien no se amaña, no se apaña —que bien
podría ser una de esas tantas comedias que la industria hollywoodense produce
en grandes cantidades—. Le advierte desde un primer momento que no es una obra
de arte, pero que al menos le servirá para matar el tiempo y superar aquel
marasmo. No obstante, la película solo agudiza su depresión. Todo esto no
hubiera tenido mayor importancia si no fuera porque Tertuliano se da cuenta de que
un actor extra, con una presencia de veinte segundos en todo el filme, es
idéntico a él.
La novela, de esta manera, desarrolla la
angustia de identidad del ser humano al darse el increíble caso de que haya dos
personas exactamente iguales sin ninguna relación consanguínea. Como en todas
las novelas de Saramago, este hecho no ocurre de manera arbitraria, sino que
responde a un patrón constante en el trabajo del escritor portugués: la crítica
a la sociedad. Tertuliano consume aquella cinta para matar el tiempo. Este
hecho encuentra eco en su propia existencia: es un profesor de historia que no
investiga, no continúa estudiando ni superándose, es decir, no aspira a mayores
logros en la vida más que a tener un departamento y un carro, lo que ya posee desde
hace mucho; se acostumbró a una rutina de pequeño burgués que, sin embargo, lo
va afectando: de pronto se siente deprimido y hastiado de sí mismo. Aquella
situación de inoperancia y conformismo se deja ver también en la relación que
tiene con su enamorada: pese a que ella lo ama, es joven y atractiva él no se
decide a formalizar y solo responde a sus exigencias de manera mecánica y para no
disgustarla. Lo mismo sucede con Antonio Claro, el actor copia fiel de
Tertuliano. Claro trabaja como actor extra en una productora de cine de bajo
presupuesto —podríamos calificarla de serie B— sin mayores perspectivas. Es
decir, también se ha acomodado al orden monótono de las cosas y no moverá un
dedo para alterarlo, pues a pesar de no lograr ningún ascenso dentro de su
carrera, ha acumulado dinero y eso le basta para sentirse satisfecho.
Pese a todo, y esto es lo que saca al personaje
de su laguna, Tertuliano sale a buscar a Antonio Claro para saber quién es el
original y quién la copia. Resulta —aunque este dato es cuestionable, pues es
la palabra de Antonio Claro— que Tertuliano nació horas después que Claro, por
lo que tendría que ser la copia. A pesar de esto, Máximo Afonso comienza a
cambiar: formaliza con su novia y asume una postura crítica ante la vida, tomando
un camino que lo llevará a alcanzar su identidad propia. Hasta acá el
planteamiento de los hechos filosóficos de la novela. A continuación, el lector
se sumerge en el desenlace de que en el mundo existan dos personas iguales que
hayan cruzado sus caminos. Lo más representativo de esto es que ambos seducen a
las mujeres de los otros, llegando al inesperado desenlace final que podría
calificar la novela, además de fantástica, de policíaca, y donde Tertuliano y
Antonio intercambian roles para siempre.
En esta novela, al igual que en la Todos los nombres o La caverna (2000), se explora la insignificancia, la nimiedad del
sujeto frente a los grandes ordenamientos y producción en masa, de igual corte,
que las sociedades impregnan a nuestras vidas. Además, apoyado siempre de sus
parábolas sobre la cotidianidad, Saramago desvela las ilusiones y creencias sin
base de las personas. Por ejemplo, cuando Tertuliano entra al despacho del
director del colegio donde trabaja, tiene la viva sensación de haber estado
antes ahí. Este hecho conocido como déjà vu, tiene su explicación
únicamente en esta vida: no recuerda que leyó una novela donde la descripción
de una oficina era muy parecida al despacho del director. Pese a este ánimo de
desengaño, casi la totalidad de la obra narrativa de José Saramago se desprende
de hechos mágicos realistas y fantásticos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario